Y ahora qué...

*/*/ Cuando el espíritu derrama ardor es el preciso instante de la soledad siempre grosera. Ante la falta de honestidad el golpe de verdad, de mi única y agresiva verdad, escucho la impotencia de no evitar el temor; todo es en mí.

En el ahora no tengo aliados y el extraño que soy yo me incomoda, su tono me molesta bastante. Sospecharás entonces que si llamo a tu puerta es para no encontrarme y tal vez así sea, no quiero hallarme porque sé que no hay otra cosa sino episodios desgastados y abarrotados de normalidad, del romanticismo que ya nadie quiere ofrecer y del que me afirmo, no puedo esperar.

Son solo fragmentos, pobres recuerdos que creo me han parido así, sin rumbo y lugar; pero no te preocupes por mí porque no me asusta el llamado de la vaciedad…, aunque quizás, hubiera preferido encontrarte y que tú… hubieras querido encontrarme.