*/*/ Me pareció escuchar un llamado y descubrí los ojos curiosos posados sobre la figura que te mostré lejana; sentí ganas de calor y rocé las manos claras que tímidamente deslizabas sobre el rostro y, ahora prolongo tu recuerdo para amenizar mis horas, para construir historias y quizás para evadir temores, exponiéndome al desencanto gozo de la ingenuidad de que me visto y me sonrojo con las preguntas cuyas respuestas sé me van a delatar.

Como si el pensamiento te hubiera llamado, como si el pensamiento tuviera ese poder de convocarte y hacerte presente, de ese modo las palabras abren una multiplicidad de sentidos al devenir que antes aborrecía y con los cuales ahora quiero engañarme.