Todos al mismo son: Nicolás Guillén

Por Lizeth García

Los poemas del libro Motivos del son y otros poemas, de Nicolás Guillén, son una fiesta a su país Cuba, a su lenguaje, a las formas, los colores, a la gente, y a la vez son un reflejo de lo que vivía la sociedad de su tiempo (1930, fecha en que se publicó por primera vez el libro).

De manera particular, quiero centrar la atención en el poema “La canción del bongó”, en el que Guillén muestra cómo la música desaparece diferencias sociales que en la isla caribeña existía y estaba muy marcada; la diferencia entre negros (traídos por españoles durante la conquista) y blancos, marcaban un estatus social: sirvientes o pobres; patrón o adinerado, respectivamente.

La palabra refleja esa realidad que Guillén aprehendió con su poema: “-Aquí el que más fino sea, / responde, si llamo yo,”. Desde la perspectiva de Voloshinov, se convierte en el signo de un mundo exterior: “…esto es, aquellas reacciones, actos y signos nuevos que genera el signo en el entorno social, transcurren en la experiencia externa” (Voloshinov, 1992). Esta experiencia externa es la que seguramente el poeta cubano “ilustra” en la canción del bongó: costumbres, lenguaje, colores, diferencias.

Pero es a través de la propia palabra que Guillén nos enseña al otro, al afrocubano. Lo descubre como un ser importante dentro de una sociedad que rechaza su color, sus costumbres, su música (que se muestra en el instrumento musical llamado bongó) y el baile, que se ha fusionado con las costumbres del español: “Pero mi repique bronco, / pero mi profunda voz, / convoca al negro y al blanco, / que bailan al mismo son”.

Este poema, al igual que en el resto contenidos en el libro, evoca a la música como una columna principal que levanta y sostiene todos los sentidos y emociones contenidas en ellos. El sonido de los tambores, la danza y el canto, dan el ritmo a cada verso que el poeta imprime.

Guillén no sólo muestra una sociedad divida en personajes con nombramientos sociales importantes: “cuando no sobra algún Don, y hay títulos de Castilla”, sino que también da voz al afrocubano, que fuera un sector social reprimido, con el mismo valor que pudiera tener el hombre dominante.

Construye un diálogo, al hacer registros lingüísticos propios del mulato (hijo de español y negro): “cueripardos o almiprietos” que señalan la forma de referirse hacia el mestizo, pues a partir de la unión de palabras cuerpo-pardo (cuerpo oscuro) y alma-prieto (alma de un negro), describe las características físicas y emocionales del mulato, que al ritmo del bongó (se puede deducir) no se acepte la conquista del negro sobre el blanco: “pues quien por fuera no es noche, / por dentro ya oscureció."

“Las relaciones dialógicas son de carácter extralingüístico, pero al mismo tiempo no pueden ser separadas del dominio de la palabra” (Bajtin). El poeta desarrolla con habilidad al dar una significado metalingüístico a cada palabra pronunciada en los versos de “La canción…”, cada enunciado está arraigado al contexto del afrocubano.

Todos, sin distinción, responden al mismo son, al mismo ritmo, ya no importa clase social ni educación, cualquiera contesta al sonido del bongó, al sonido de la música negra; con ella se disipa toda diferencia.

Guillén reivindica al cubano negro, augura un final donde las dos razas (africano y español, blanco y negro) de humanos terminarán unidas por la cultura. “Todo signo ideológico no sólo aparece como un reflejo, una sombra de la realidad, sino también como parte material de esta realidad” (Voloshinov, 1992). El poeta busca materializar un deseo en la realidad cubana: unificar una sociedad dividida por el color de piel,

“ - Compadre,
ya me pedirás perdón,
ya comerás de mi ajiaco,
ya me darás la razón,
ya me golpearás el cuero,
ya bailarás a mi voz,
ya pasearemos del brazo,
ya estarás donde yo estoy:
ya vendrás de abajo arriba,
¡Que aquí el más alto soy yo!"

En el libro Motivos del son, Guillén deja ver la cultura cubana de los años treinta dominada aun por Estados Unidos. En cada poema reflexiona las condiciones en las que vive el negro, de origen africano que llegó a la isla en condiciones de esclavo, y que seguía siendo tratado como tal; echó raíces y reinventó sus propias costumbres, que poco a poco fue asimilada por el hombre blanco. Guillén materializa su realidad en cada palabra en cada verso de “La canción del bongó”.

Esta es la canción del bongó

-Aquí el que más fino sea,
responde, si llamo yo,
Unos dicen: ahora mismo,
otros dicen: allá voy.
Pero mi repique bronco,
pero mi profunda voz,
convoca al negro y al blanco,
que bailan al mismo son,
cueripardos o almiprietos
más de sangre que de sol,
pues quien por fuera no es noche,
por dentro ya oscureció.
Aquí el que más fino sea,
responde, si llamo yo.

En esta tierra, mulata
de africano y español
(Santa Bárbara de un lado,
del otro lado, Changó)
siempre falta algún abuelo,
cuando no sobra algún Don,
y hay títulos de Castilla
con parientes de Bondó:
más vale callarse, amigos,
y no menear la cuestión,
porque venimos de lejos,
y andamos de dos en dos.
Aquí el que más fino sea,
responde si llamo yo.

Habrá quien llegue a insultarme,
pero no de corazón;
habrá quien me escupa en público,
cuando a solas me besó...
A ése, le digo:

- Compadre,
ya me pedirás perdón,
ya comerás de mi ajiaco,
ya me darás la razón,
ya me golpearás el cuero,
ya bailarás a mi voz,
ya pasearemos del brazo,
ya estarás donde yo estoy:
ya vendrás de abajo arriba,
¡Que aquí el más alto soy yo!

(Guillén, 2002)

Referencias bibliográficas

Bajtin, M. (n.d.). La palabra en Dostoievski. In M. Bajtin.

Guillén, N. (2002). La canción del bongó. In N. Guillén, Motivos de son y otros poemas (p. 40). México: Editorial Tomo.

Voloshinov, V. N. (1992). El estudio de las ideologías y la filosofía del lenguaje. In V. N. Voloshinov, El marxismo y la filosofía del lenguaje. Los principales problemas del método sociológico en la ciencia del lenguaje. (p. 33). Madrid: Alianza Editorial.