La aparición de lo femenino en el relato Lección de cocina de Rosario Castellanos

Por Pamela Arzave

El libro Álbum de familia (1971) concentra múltiples interpretaciones y apropiaciones del ser mujer, cada uno de sus relatos muestra la experiencia de esos entes que llevan a cuestas el sexo femenino en un mundo en el que históricamente ha predominado la discriminación de lo otro; de esta obra se desprende un cuento por demás interesante titulado Lección de cocina, un maravilloso monólogo interior de una recién casada que enfrenta la misión de alimentar a su marido.

El objetivo del presente ensayo no es hacer la descripción del texto y abordar el estilo narrativo de Rosario Castellanos; se trata de la reflexión en torno a las imágenes, los escenarios creados por la autora para contrastar la conciencia que tiene la protagonista sobre sus verdaderos deseos y visión del mundo, ante una realidad en la que ella y su sexo no son favorecidos. La aproximación al trabajo de Castellanos en esta ocasión es, en un primer momento, desde el post estructuralismo y en un segundo tiempo con el feminismo planteado por Simone de Beauvoir.

Lección de cocina, tiene elementos particulares que empatan con la noción de estructura propuesta por Jaques Derrida en su célebre texto La estructura, el signo y el juego en el discurso de las Ciencias Humanas (1989), el mundo social está construido por una estructura siempre presente que le permite al hombre definirse, encontrar su deber y sentido de existencia; tal estructura intangible contiene los discursos dominantes y justifica toda acción humana:

El concepto de estructura centrada es, efectivamente, el concepto de un juego fundado, constituido a partir de una inmovilidad fundadora y de una certeza tranquilizadora, que por su parte se sustrae al juego.” (Derrida, 1989: http://es.scribd.com/doc/7321545/Derrida-La-Estructura-El-Signo-y-El-Juego-en-El-Discurso-de-Las-Ciencias-Humanas)

Lección de cocina manifiesta una arquitectura social del México de los años cincuenta que se cobija en el conservadurismo y en las buenas costumbres; el catolicismo como religión predominante nos obliga a asumir ciertas formas de vivir la vida que se resumen en la fórmula: Dios padre, hombre proveedor, mujer sumisa o mujer buena. En el relato en cuestión, la cabeza de la estructura es la cultura en sí misma, sus accesorios antagónicos: el hombre y la mujer cuya relación queda expuesta en la voz de la conciencia de quien cocina: “Mi lugar está aquí. Desde el principio de los tiempos ha estado aquí.” (Castellanos, 1987: 7) afirma la mujer cuando contempla el laboratorio de los alimentos, su espacio, su mundo; cualquier otra actividad laboral, social o académica es, nos dice la autora con tono amargo, un extravío del que las féminas quedan exentas en el matrimonio (Castellanos, 1987) donde se restablece el orden, donde los sujetos encuentran su rol y las reglas del juego.

Aunque la distancia histórica entre Castellanos y Beauvoir respecto a Derrida es significativa, establezco el vínculo en que lo femenino es un constructo que emana de la sociedad y ella lo alimenta. La mujer nace dentro de la estructura y se coloca en su posición de juego: “La Humanidad es macho, y el hombre define a la mujer no en sí misma, sino con relación a él; no la considera como un ser autónomo.” (Beauvoir, : http://www.uruguaypiensa.org.uy/imgnoticias/1039.pdf) y lo que más interesante es que no en todas las mujeres está la conciencia de ser lo otro, el conflicto en Lección de cocina es precisamente el instante en el que la recién casada se reconoce como parte del juego:

Yo no soy el sueño que sueña…; a mí no me aniquila la cerrazón de una conciencia o de toda conciencia posible. Yo continúo viviendo con una vida densa, viscosa, turbia, aunque el que está a mi lado y el remoto, me ignoren, me olviden, me pospongan, me abandonen, me desamen. (Castellanos,1987: 10)

Como protagonista de una película en la que no tenía opción de cambiar aunque la realidad fuera molesta, eternamente incómoda. Pero ser lo otro implica ser de otro, ser del hombre; si la mujer no es capaz de pensar y de crear se reduce al sexo, adquiere sentido en su genitalidad y en su capacidad reproductora; Rosario Castellanos hace una extraordinaria imagen de esta simplificación de la mujer, cuando la recién casada habla de su malestar físico por las quemaduras del sol en la piel y de la obligación del acto sexual aún cuando no tiene el apetito (Castellanos, 1987), este pasaje me recuerda la historia de la familia monogámica en El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado en la que Federico Engels afirma que el matrimonio es la luz verde a la esclavitud femenina y claro, a una esclavitud sexual (Engels, 1884) idea que la escritora mexicana concentra en Lección de cocina cuando dice: “Prefiero creer que lo que me une a él es algo tan fácil de borrar como una secreción y no tan terrible como un sacramento.” (Castellanos, 1987: 11)

La fructífera obra de Rosario Castellanos es valiosa por múltiples razones, pero quizás la más llamativa para el propósito de este ensayo es la capacidad de fragmentar el significado de ser mujer en cada uno de sus personajes en los mencionados en Lección de cocina y otros textos. De manera magistral conocemos la visión del hombre y cómo este se mueve tan libre en la estructura social: con el permiso de poseer el cuerpo de su esposa, con la autoridad para prohibir, con el beneficio de ser atendido, con la licencia para ser infiel; el hombre no tiene que reflexionar sobre sí mismo (Beauvoir, 1949) él ya es. En cambio, la mujer apenas y de vez en cuando es consciente de lo que hace, de lo que permite.

El feminismo es un constructo social, es el cuestionamiento de la estructura, del juego y sus reglas; se levanta como la búsqueda del yo algunas veces más aguda otras no tanto. Álbum de familia y otras obras de esta categoría permiten visualizar las mutaciones de la arquitectura social, las nuevas relaciones de poder y los nuevos sujetos de dominación, sus instrumentos y disfraces; el existencialismo que recoge Simone de Beauvoir deja al descubierto que el ser femenino es un ejercicio, insiste en que como toda práctica social se aprende, se reproduce; autoras como Castellanos exponen la anécdota de cada mujer en sus relaciones consigo mismas, entre ellas y el mundo a través de sus personajes.

Bibliografía y referencias electrónicas

Beauvoir, S. (1949) El segundo sexo. Recuperado el 12 de agosto de 2011 de: http://www.uruguaypiensa.org.uy/imgnoticias/1039.pdf

Castellanos, R. (1987) Álbum de familia. México: Planeta

Derrida, J. (1989) La estructura, el signo y el juego en el discurso de las Ciencias Humanas. Recuperado el 14 de agosto de 2011 de: http://es.scribd.com/doc/7321545/Derrida-La-Estructura-El-Signo-y-El-Juego-en-El-Discurso-de-Las-Ciencias-Humanas

Engels, F. (1884) El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado. Recuperado el 12 de agosto de 2011 de: http://www.marxists.org/espanol/m-e/1880s/origen/index.htm